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Construir con posidonia oceánica

El proyecto Life Reusing Posidonia, un conjunto de 14 viviendas de protección pública en Sant Ferran de Formentara, recupera la técnica tradicional de incorporar posidonia seca como material de construcción aprovechando así los recursos naturales de proximidad, y contribuir a la gestión de los residuos.

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El pasado mes de junio, el proyecto Life Reusing Posidonia, un conjunto de 14 viviendas de protección pública en Sant Ferran de Formentera, promovido por el IBAVI (el Instituto Balear de la Vivienda), con la colaboración de la Dirección General de Medio Natural, Educación y Cambio Climático, fue galardonado con el premio FAD de arquitectura 2018 y con el premio de Opinión Arquitectura 2018 (imágenes superiores).

El proyecto, de los arquitectos Carles Gabriel Oliver, Antonio Martín, Alfonso Reina, Joaquín Moyà, y con José Luis Velilla como aparejador, plantea una reflexión sobre los recursos disponibles en una pequeña isla del Mediterráneo como Formentera; una reflexión sobre cuáles son los costes –priorizando los ambientales sobre los económicos–, de hacer llegar a pie de obra toda la materia necesaria para conformar un edificio y, ante un escenario escaso en recursos propios, elegir aquellos materiales que menos penalicen en cuanto a la huella de CO2, valorando su ciclo de vida. En paralelo, hay una voluntad y un gran esfuerzo para reaprovechar materiales locales provenientes de desmontajes, como es el caso de las carpinterías, o por gestionar parte del rechazo de posidonia oceánica, en este caso, para conformar el aislamiento de las cubiertas. Este tipo de obstinación es la que los hace merecedores del apoyo europeo, con una dotación de 754.000 €, en el marco del programa Life+2012, por su compromiso respecto a la sostenibilidad, en la categoría de Gobernanza Medioambiental para Proyectos de Adaptación al Cambio Climático. Un trabajo excelente que vale la pena consultar: http://reusingposidonia.com/el-libro/

 

 

Qué es la posidonia

La posidonia oceánica es una planta marina con raíz, tallo, hojas, flores y frutos, que habita en los fondos de todo el litoral del Mediterráneo en forma de praderas, desde la superficie cercana a la playa hasta 40 m de profundidad. Esta planta, de hojas estrechas y largas, actúa como filtro natural del agua del mar y contribuye a mantener la calidad y la oxigenación del ecosistema submarino, allí donde viven y se alimentan más de 400 especies de plantas y 1.000 especies de animales marinos.

La presencia de estas praderas en las proximidades de la costa ayuda a apaciguar los embates de los temporales del mar y a preservar la fisonomía de la costa, evitando la erosión de las playas de arena. La posidonia oceánica es una especie protegida, según la Directiva de Hábitats (92/43/CEE). El Parque Natural de les Salines de Ibiza y Formentera, con grandes superficies de esta planta, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999.

La arquitectura tradicional balear utilizaba esta planta seca en las casas payesas y los refugios de pescadores

Para su preservación, ha sido también necesario regular el número y la ubicación de los anclajes de embarcaciones de pesca o turísticas sobre los fondos de posidonia (Decreto 25/2018, de 27 de julio), que la presión demográfica y turística ha hecho aumentar en los últimos diez años.

A pesar de esta alta protección de la especie autóctona, la planta sigue su ciclo natural y, si durante el otoño pierde parte de las hojas, que arrastradas por el oleaje se depositan en la costa, al llegar el invierno produce otras nuevas. Esta especie de escollera natural, formada con los restos de hojas muertas, actúa como un dique y ayuda a preservar las playas de arena que hay detrás. Por ello, y a partir de un informe del Área de Medio Ambiente del Consejo Insular de Formentera del año 2012, es preciso también regular la extracción de posidonia muerta de la costa.

Según el informe Life Reusing Posidonia del IBAVI, del año 2017, el volumen excedente anual de posidonia en Formentera es de unos 4.000 m3. Este volumen de hoja seca permitiría aislar toda la obra nueva actual de la isla, con lo que la administración ahorraría la gestión de todo este residuo. El IBAVI, como promotores de las viviendas, solicitó permiso para el proyecto de Sant Ferran al Área de Medio Ambiente del Consejo Insular para utilizar unos 200 m3, y obtener el beneplácito por razones evidentes: el aprovechamiento de los recursos naturales de proximidad, el ahorro en el transporte de materiales de fuera de la isla y, como consecuencia, la reducción en emisiones de CO2, la recuperación de una técnica tradicional y la contribución en la gestión de un residuo.

Pesca del puu en Menorca

La posidonia oceánica, una vez muerta y acumulada en la costa, constituye un hábitat preferido del puu, un crustáceo que es el cebo preferido de muchos pescadores, pero, más allá de esta circunstancia, se convierte en un problema de gestión anual para los ayuntamientos, de un residuo que, por ahora, no tiene ninguna utilidad. Pero, si miramos atrás, la posidonia de Baleares se ha recogido para varios usos: se ha usado como material de embalaje para el transporte del vidrio, para el relleno de cojines y la formación de las camas o lechos para el ganado; como fertilizante de los cultivos; también para desinfectar heridas o curar varices, como relleno de artesonados, al ser un material imputrescible debido a su salinidad y que hace que no tenga depredadores una vez fuera del ambiente marino. Quedan muestras de posidonia del siglo xiv, procedentes del artesonado del claustro de La Sapiència de Palma, lo que hace pensar que su durabilidad es casi ilimitada.

La arquitectura tradicional Balear también utilizaba esta planta seca en las casas campesinas y en los refugios de pescadores, donde, de forma intuitiva, la colocaban en grosores de unos 10 cm, como aislamiento de los techos. Es muy interesante el estudio de Maria Teresa Cachón sobre la casa payesa en las Pitiusas, expuesto en su trabajo de final de grado en Ingeniería de Edificación de la UPV, de julio de 2013.

 

El esquema anterior reproduce el sistema tradicional de conformar un techo, compuesto por una estructura de vigas de madera, un ristrelado perpendicular, que podía ser de madera de sabina, de cañas o ramas de unos 2 cm, una capa de posidonia seca de 10 cm, un grosor de unos 20 cm de residuos de los hornos de cal y un acabado de arcilla de 10 cm, aproximadamente.

La arcilla en la capa exterior hacía la función impermeable, aunque, periódicamente, debían sellar las fisuras que se producían en su superficie debido a las retracciones propias del verano; la capa de residuo de los hornos de cal, capaz de absorber el agua de filtraciones en pequeñas cantidades y de liberarla lentamente; y la capa de posidonia que, además de aislar, permitía el paso de vapor de aire en los dos sentidos.

El Life Reusing Posidonia

El proyecto Life Reusing Posidonia recupera esta técnica tradicional de incorporar un lecho de posidonia seca en el grosor de la cubierta, pero necesita probar su eficiencia aislante en función de la densidad aplicada al material. Durante el transcurso del proyecto de Sant Ferran se hicieron una serie de ensayos, en colaboración con la Facultad de Física de la UIB, para poder establecer los coeficientes λ de conductividad térmica en cada caso. Los resultados fueron muy favorables:

  1. Con una densidad de 150 kg/m3, la λ = 0,049 W/mK
  2. Con una densidad de 250 kg/m3, la λ = 0,039 W/mK

Finalmente, la densidad elegida para aplicar en las cubiertas de las viviendas fue de 185 kg/m3. Con un grosor de 16 cm, la posidonia seca proporciona una transmitancia U = 0,2936 W/m2ºC, con un λ = 0,044 W/mK.

Si hacemos una comparativa con otros materiales utilizados habitualmente para el aislamiento de los edificios, podemos ver que los resultados de la posidonia son bastante satisfactorios.

Como se ha dicho antes, al ser un material impregnado con la sal del mar, no requiere ningún tipo de tratamiento biocida ni conservante. En cuanto a su puesta en obra, antes que nada hay que secar bien las hojas, extendiéndolas en capas de 5-10 mm durante una jornada de verano. A continuación, si no se puede colocar inmediatamente, deberá conservarse en lugar seco y preservado de la lluvia hasta el momento de usarla.

El resultado de este proyecto es un edificio con calificación energética A que casi no necesita consumo energético

Cuando ya está preparado el último forjado, con las pendientes para la escorrentía del agua, se colocan unos palés reciclados que permitirán confinar las hojas y comprimirlas hasta obtener la densidad deseada. La compactación se lleva a cabo pisando hasta que queda nivelada con los palés. Una vez terminada esta tarea, se tapa con tableros OSB atornillados sobre los travesaños de los palés formando una especie de caja.

La composición de la cubierta queda de la siguiente manera: una primera capa de hormigón de pendientes (250 kg/m3) sobre capa de polietileno, los palés reciclados que contienen el aislamiento de posidonia seca (16 cm), un tablero OSB-III atornillado sobre los palés, la lámina impermeable de EP-DM de 1,5 mm, geotextil y, finalmente, losas de piedra arenisca [marés] de 7 cm de grosor, depositadas en lo alto en las zonas transitables, y grava reciclada en las zonas no transitables.

Un ejemplo de reutilización

Ciertamente, la apuesta que hace Life Reusing Posidonia no hace hincapié en el aspecto económico. Seguramente es mucho más barato comprar placas de poliestireno extrudido fabricadas en cualquier lugar del planeta, y colocarlas a lo largo de media mañana, por una sola persona.

La apuesta de este proyecto trata del “re-using”, de lo que la economía circular, últimamente tan nombrada, habla a menudo. Re-utilizar los materiales (las carpinterías aprovechadas) y los residuos locales. El esfuerzo para hacer las cosas mejor dejando de pensar en términos económicos y pensando en términos de responsabilidad con el medio y con el futuro. Es evidente que la mano de obra necesaria para establecer esta capa de aislante en las casas de Sant Ferran es muy elevada, pero sin estas experiencias altruistas no podríamos desarrollar sistemas alternativos a los empleados por las economías basadas solo en los rendimientos económicos.

El ejemplo de reutilización de un material local de rechazo, ahorrando su gestión a los ayuntamientos y con un coste de transporte y de adquisición prácticamente nulo, debería hacer despertar inquietudes equivalentes en cada región. Acercarse a las maneras de construir tradicionales, muchas veces significa trabajar con recursos limitados, sobre todo si pensamos en el transporte de mercancías. Hablar de ciclo de vida y de economía circular es lo mismo, ahorrar en residuos y crecer en reutilización de los materiales.

El resultado de este proyecto es un edificio con calificación energética “A” que casi no necesita consumo energético para calentar y refrigerar sus espacios interiores, que consigue depurar las aguas grises que produce y las reutiliza para las descargas de los inodoros, que aprovecha la ventilación cruzada para refrigerar los espacios interiores con el embate local, y que ha sido capaz de incorporar un sistema de aislamiento reaprovechando un residuo local. También, para el cuidado en la elección de cada material, hace que se sientan orgullosos de tener un edificio nZCO2: un edificio con unas emisiones de CO2 muy bajas, pero aún imponderables por falta de programas ajustados a las realidades de cada región en las que exista un edificio de referencia para comparar.

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