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Radón en los edificios

¿Qué es? ¿Cómo lo podemos detectar? ¿Cómo medirlo? ¿Qué medidas preventivas podemos ejecutar en los edificios? En este artículo damos algunas pinceladas introductorias para poder conocerlo un poco mejor.

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El radón es un gas radiactivo, de origen natural, que se produce a partir de la desintegración radiactiva natural del uranio. No tiene olor, color ni sabor, y lo podemos tener presente en el interior de los edificios, siendo la segunda causa de cáncer de pulmón en las personas.

¿Qué es? ¿Cómo lo podemos detectar? ¿Cómo medirlo? ¿Qué medidas preventivas podemos ejecutar en los edificios? En este artículo damos algunas pinceladas introductorias para poder conocerlo un poco mejor.

Radiaciones y radiactividad

En primer lugar, hay que tener presente que convivimos con las radiaciones desde el origen de la Tierra. Sin la radiación del Sol, no habría vida en nuestro planeta, y sin la radiación infrarroja, no podríamos calentarnos. Recordemos que la radiación es la emisión, propagación y transferencia de energía en cualquier medio, en forma de ondas electromagnéticas o partículas. Cuanto mayor es la frecuencia de la radiación electromagnética, mayor es su energía. Decimos que la radiación es ionizante cuando la radiación que atraviesa la materia tiene la energía suficiente que le permite convertir un átomo en un ion, al añadirle o quitarle electrones. Es por ello que las ondas o radiaciones electromagnéticas se clasifican en función de su energía en radiaciones ionizantes, que pueden ser de cuatro tipos:

  • Radiaciones alfa (α), que tienen mucha masa pero son poco penetrantes. Una hoja de papel o la misma piel humana son suficientes para protegernos de sus efectos.
  • Radiaciones beta (β), que tienen menos masa que las alfa pero son algo más penetrantes. Pueden traspasar una hoja de papel y entre uno y dos centímetros de tejido vivo, pero no pueden penetrar una lámina de aluminio.
  • Radiaciones gamma (γ), son bastante penetrantes, ya que atraviesan la hoja de papel y la lámina de aluminio. Para frenarlas es preciso una lámina de plomo de grosor suficiente.
  • Los neutrones liberados son un tipo de radiación muy penetrante. Al no tener carga eléctrica, los neutrones penetran fácilmente en la estructura de determinados átomos y provocan su división.

Cuando algunas sustancias que tienen unos núcleos de átomos inestables se transforman espontáneamente mediante un proceso de desintegración, emiten ondas electromagnéticas o partículas de diversa naturaleza que liberan energía, lo llamamos radiactividad. Esta puede ser de origen natural o de origen artificial (provocada por el hombre). Entre las naturales está la radiación cósmica, las cadenas naturales de desintegración y las constituyentes de la corteza terrestre. Entre las artificiales está la lluvia radiactiva y las aplicaciones industriales, energéticas y médicas. En contra de lo que se suele pensar, la mayor parte de la radiactividad en la Tierra es de origen natural, entre los cuales se encuentra el radón. La radiactividad fue descubierta accidentalmente por Henry Becquerel en 1896, y es por ello que la unidad con la que se mide lleva su nombre. De la misma forma que usamos el metro para medir la longitud o el pascal para medir la presión, utilizamos el becquerel para medir la radiactividad, y con él se cuantifica la cantidad de desintegraciones por unidad de tiempo (segundos).

1 Bq = 1 desintegración/es

La desintegración sigue una secuencia por la que un radioisótopo inestable tarde o temprano emitirá radiactividad para convertirse en un isótopo estable. Este segundo podrá ser estable o también inestable (radiactivo), y emitir radiactividad para transformarse de nuevo en otro nuevo isótopo estable. Cada miembro de la cadena se desintegra de su progenitor de acuerdo con su periodo de semidesintegración. La secuencia se denomina serie radiactiva, modo de decaimiento o cadena de desintegración. El periodo de tiempo en que se produce la desintegración puede durar unos segundos, días o años. Este periodo es importante para valorar el riesgo de incidencia o afectación a los seres vivos.

En el caso del radón, puede tener progenitores diferentes y periodos de desintegración diferentes:

  • La del actinón 219Rn, proveniente de la desintegración del actinio 235U, tiene un periodo de semidesintegración de 3,92 segundos.
  • La del torón 220Rn, que proviene de la serie de desintegración del torio 232Th, tiene un periodo de semidesintegración de 54,5 segundos.
  • La del radón 222Rn, proveniente de la cadena de desintegración del uranio 238U, tiene un periodo de semidesintegración de 3,8 días.

De estos tres isótopos del radón, el que tiene más significación radiológica es el 222Rn, debido a que tiene un periodo de semidesintegración más alto (3,8 días). Este hecho hace que haya un mayor riesgo de afectación a los seres vivos. La afectación se produce por inhalación y, por lo tanto, requiere que haya una concentración importante en el aire. Por este motivo, se utiliza el becquerel por metro cúbico (Bq/m3) como unidad para medir la concentración de la radiactividad en el aire, que, a su vez, se utiliza para establecer las recomendaciones de los niveles de referencia de concentración de radón en el interior de los edificios.

 

Radón

El radón es un gas radiactivo de origen natural que emana en determinados tipos de suelos, aunque también puede ser provocado por determinados materiales de construcción o por el agua extraída de pozos en contacto con este tipo de suelos. Las emisiones del radón en el aire libre se diluyen rápidamente con concentraciones muy bajas que varían entre los 5 Bq/m3 a 15 Bq/m3, y es por esto que no suele representar ningún problema. En cambio, en espacios cerrados, las concentraciones de radón son más elevadas, especialmente en lugares como minas subterráneas, cuevas y plantas de tratamiento de aguas, que es donde se registran los niveles más altos. En edificios (como viviendas, escuelas y oficinas), las concentraciones de radón pueden variar de < 10 Bq/m3 hasta más de 10.000 Bq/m3.

Mapa del domini liològic dels sòls a Espanya
Figura 1: Dominio litológico de los suelos en España

Los suelos silíceos, con afloramientos de formaciones graníticas y pizarrosas, son los suelos que plantean un mayor riesgo de emisiones, porque son las que presentan exposiciones de radiaciones gamma más altas (> 14 μR/h), mientras que los suelos calcáreos con rocas sedimentarias de origen marino y los suelos arcillosos con rocas sedimentarias de origen continental presentan unas exposiciones de radiaciones gamma más bajas (> 4 μR/h).

En España, los terrenos silíceos se localizan principalmente en la zona oeste: Galicia, Extremadura, la parte oeste de las dos Castillas, Madrid y unas zonas muy concretas de Andalucía, mientras que en Cataluña se concentran en la zona del Maresme, Empordà y Pirineo .

 

Efectos del radón en la salud

El contacto tópico, cutáneo y superficial con las partículas radiactivas de radón no son ofensivas, pero al respirarlas y/o inhalarlas, se introducen en el interior del cuerpo y se depositan en las células que recubren las vías respiratorias, donde pueden dañar el ADN y provocar cáncer de pulmón. Según la OMS, el radón es la segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaco. Los estudios epidemiológicos han demostrado convincentemente una asociación entre la exposición al radón en interiores y el cáncer de pulmón, incluso a niveles de radón relativamente bajos. Se estima que la proporción de los casos de cáncer de pulmón atribuibles al radón respecto del total varía de un 3 % a un 14 %, en función de la concentración media nacional de radón y de la prevalencia de consumo de tabaco del país. Esto es debido a que la probabilidad de que el radón provoque cáncer de pulmón es mayor en personas que fuman. De hecho, se estima que el riesgo asociado al radón que tiene un fumador es 25 veces superior al de los no fumadores. Por otra parte, el riesgo de cáncer de pulmón aumenta en un 16 % con cada incremento de 100 Bq/m3 de concentración media de radón. La relación dosis-respuesta es lineal: por ejemplo, el riesgo de cáncer de pulmón aumenta de manera proporcional al aumento de exposición al radón.

Imatge que mostra els efectes del gas radó en la salut
Figura 2: Efectos del radón en la salud

Umbrales de exposición al radón

No se conoce la dosis mínima por debajo de la cual la exposición al radón no suponga ningún riesgo. Sin embargo, se estima que cuanto más baja sea la concentración de radón en el interior de un edificio, menor será el riesgo de cáncer de pulmón. La dosis de radiación absorbida por un ser vivo se mide en sieverts y cuando se mide en un material, en gray, sin embargo, los umbrales no se establecen en dosis, sino en emisiones en el aire.

Para fijar estos umbrales se realizan estudios en laboratorios exponiendo a animales a diferentes niveles de radiación y se observa los efectos producidos en ellos, así como en estudios epidemiológicos llevados a cabo con trabajadores de minas, principalmente de uranio.

A partir de estos estudios, la Comisión Internacional de Protección Radiológica, en sus publicaciones 39 y 65, dio unas recomendaciones sobre las concentraciones de radón a partir de las cuales se deberían adoptar medidas de protección.

 

¿Cómo entra el radón en los edificios?

Imatge de fonts d’entrada del gas radó en un habitatge
Figura 3. Imagen de fuentes de entrada del gas radón. (Fuente: Consejo de Seguridad Nuclear)

El radón se filtra en los edificios a través de grietas en el subsuelo, en la unión de la solera o pavimento en contacto con el suelo y los muros perimetrales, en espacios alrededor de las tuberías o cables, pequeños poros que presentan los paramentos de los muros construidos con bloques de hormigón huecos, cámaras ventiladas en muros de cierre, colectores, bajantes, desagües, etc.; en general, el radón suele alcanzar concentraciones más elevadas en las dependencias ubicadas en plantas subterráneas o en las que están en contacto directo con el terreno.

La mayor exposición al radón en el interior de los edificios depende de:

  • la cantidad de uranio que contienen las rocas y el terreno del subsuelo.
  • las vías que el radón encuentra para infiltrarse en el interior de los edificios.
  • la tasa de intercambio de aire entre el interior y el exterior, que depende del tipo de construcción, los hábitos de ventilación de sus habitantes y la estanquidad del edificio. En este sentido, hay que tener presente que una ventilación constante, como la que se produce en los edificios pasivos, con instalaciones de ventilación mecánica, pueden favorecer la entrada de un mayor flujo de radón en el interior de los edificios.

 

¿Cómo se puede medir?

Hay varios métodos y aparatos para medir la concentración de radón, que se expresa en bequerelios por metro cúbico. Unos son instantáneos y utilizan células de centelleo para recoger muestras de aire que se analizan posteriormente en el laboratorio. Otros utilizan la propiedad del carbono activo para absorber gases y captar el radón existente en el aire de las dependencias. Finalmente, hay detectores en los que quedan impresionadas las trazas debidas a la radiación alfa emitida por radón y sus descendientes después de un tiempo largo de exposición.

La utilización de unos u otros depende, básicamente, de los objetivos que se pretendan alcanzar con la medida. En todo caso, hay que tener presente que, al efectuar mediciones a corto plazo, se tendrán en cuenta las variaciones diarias y estacionales que tiene el radón, así como los periodos en que los edificios están menos ventilados (porque las ventanas no se abren), ya que esto conlleva concentraciones más elevadas de radón.

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Un medición realizada durante un periodo o temporada corta puede sobreestimar la concentración anual promedio de radón. Análogamente, una medición de radón a corto plazo, realizado durante un periodo en que la vivienda está más ventilada (con apertura de ventanas), puede subestimar sustancialmente la concentración anual promedio de radón. Por esta razón, si lo que se persigue es evaluar la concentración anual promedio de radón en el interior de un edificio, son preferibles los dispositivos que proporcionen una medición de radón integral a largo plazo. Cabe señalar, sin embargo, que las concentraciones anuales de radón en una misma vivienda pueden variar de un año a otro y también según la climatología.

Las mediciones de radón realizados en viviendas particulares deben aspirar a obtener una estimación fiable de la exposición de las personas con un coste reducido. La elevada variabilidad temporal del radón interior en muchas zonas geográficas hace que las mediciones a corto plazo resulten poco fiables para estas aplicaciones, excepto en casos en que se espere encontrar concentraciones de radón extremadamente altas. En algunos países, las mediciones realizadas en diferentes estaciones del año se ajustan para estimar una concentración anual promedio de radón a partir de las variaciones estacionales «típicas». Además, en ocasiones se utiliza una única medición en una estancia en la que se espera que el radón llegue a su máxima concentración, para estimar la concentración de radón en el conjunto de la vivienda. En otros países, las mediciones de radón se incluyen en una evaluación estándar de la seguridad de la vivienda que se lleva a cabo antes de una compraventa, de forma similar a la que hacemos en nuestro país con la certificación energética. Aunque las operaciones de compraventa inmobiliaria constituyen una oportunidad para evaluar los riesgos asociados a un inmueble, la presión para cerrar la venta interfiere a menudo con una evaluación precisa del riesgo potencial por radón.

En países como Estados Unidos, donde son habituales las pruebas de radón en las transacciones inmobiliarias, generalmente se emplean varias mediciones a corto plazo, realizadas una al lado de otra en una única ubicación. Estos documentos deben ser emitidos por profesionales con una formación y experiencia certificada y autorizada por la agencia de protección medioambiental de Estados Unidos (USEPA). En el cuadro adjunto se muestran las prácticas habituales de medición en algunos países donde están mucho más consolidadas.

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Historia y regulación del radón en España

Publicacions USEPA
Figura 6. Documentos publicados por la agencia de protección medioambiental de los Estados Unidos (USEPA)

Ya en el siglo XVI aparecen datos de una mayor mortalidad por enfermedad respiratoria en determinados grupos de trabajadores de minas subterráneas de Europa central, pero no se supo que la enfermedad en cuestión era cáncer de pulmón hasta el siglo XIX. En el siglo XX, surgieron las primeras sospechas de que la causa principal era el radón, y en la década de los años de 1950 se confirmó plenamente la relación causal entre el radón y el cáncer de pulmón. Sin embargo, la comprensión de las fuentes de radón y de los mecanismos de transporte del radón ha evolucionado a lo largo de varias décadas. En la década de los sesenta se observaron concentraciones elevadas de radón en el agua para consumo humano y usos domésticos procedente de pozos perforados. Inicialmente, la preocupación sobre el radón presente en el agua se centró en los efectos para la salud provocados por la ingesta del agua. A mediados de la década de los setenta se encontró que la emanación de radón desde los materiales de construcción constituía un problema en determinadas zonas, debido al uso de esquistos aluminosos con niveles elevados de radio. En el año 1978 se identificaron casas en que la concentración interior de radón no estaba asociada al transporte de agua de pozo ni a emanaciones procedentes de los materiales de construcción, y la infiltración de gases del suelo pasó a reconocerse como la fuente más importante del radón en interiores.

En 1979, la Organización Mundial de la Salud dirigió por primera vez la atención sobre los efectos en la salud por la exposición al gas radón en el interior de los edificios, a través de un grupo de trabajo europeo sobre la calidad del aire. En 1988, el gas radón fue clasificado como cancerígeno humano por el CIIC, que es el organismo especializado en investigación oncológica de la OMS. En 1993, la OMS organizó un taller internacional sobre el radón en interiores, con el fin de unificar el enfoque, controlar la exposición al radón y asesorar sobre la comunicación de los riesgos de salud asociados. En 2005, la OMS creó el Proyecto Internacional del Radón, destinado a identificar estrategias eficaces para reducir el impacto del radón sobre la salud y concienciar al público en general y a los responsables políticos sobre las consecuencias de una exposición prolongada al radón.

Todo ello confluyó en un manual sobre el gas radón en interiores que se publicó en 2009. Este manual está planteado desde una perspectiva de salud pública y ofrece propuestas normativas destinadas a reducir los riesgos para la salud derivados de la exposición al radón en los edificios, con los siguientes puntos:

  • Proporcionar información sobre las concentraciones de radón en interiores y los riesgos conexos para la salud.
  • Implantar programas nacionales para reducir el riesgo general de la población y el riesgo individual de las personas que viven en entornos con concentraciones elevadas de radón.
  • Establecer un nivel de referencia medio anual nacional de 100 Bq/m3. Cuando este nivel nacional no pueda conseguirse debido a las condiciones específicas de cada país, el nivel que se establezca no debería superar los 300 Bq/m3.
  • Incluir medidas en las normativas de construcción, destinadas a prevenir los efectos del radón para reducir la concentración de radón en los edificios de nueva edificación y en los programas y garantizar que los niveles sean inferiores a los niveles nacionales de referencia.
  • Establecer protocolos de medición del radón para velar por la calidad de las mediciones.

Con estos precedentes, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), que es quien tiene las competencias en España sobre seguridad radiológica, puso en marcha un proyecto de mediciones durante los años 2009 hasta 2012 llamado «10 × 10 radón», con el que se elaboró un mapa del radón en España. Con esta finalidad, se realizaron más de 8.000 mediciones, a partir de una malla de 10 km × 10 km de lado, con el que se cubrió todo el territorio español.

Mapa d'Espanya on es mostren les zones on s'ha d'actuar prioritàriament
Figura 7. Mapa de zonificación de actuación prioritaria. (Fuente: Consejo de Seguridad Nuclear)

El 5 de diciembre de 2013, la Comisión Europea publicó la Directiva Europea 2013/59 del consejo Euratom, por la que se establecían las normas de seguridad básicas para la protección contra los peligros derivados de la exposición a radiaciones ionizantes.

Esta Directiva establece, en su artículo 103, la obligación de que cada Estado miembro elabore un plan de acción para hacer frente a los riesgos por exposición al radón en las viviendas, edificios de acceso público y lugares de trabajo, para cualquier vía de entrada del radón, ya sea el suelo, los materiales de construcción o el agua. En España este plan todavía no se ha elaborado, aunque la trasposición de la directiva finalizaba el pasado 6 de febrero de 2018.

Durante este tiempo, se ha creado un grupo interministerial para la trasposición de la Directiva, que está integrada por los Ministerios de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, de Empleo y Seguridad Social, y de Fomento, conjuntamente con el Consejo de Seguridad Nuclear . También se han publicado varios mapas donde se refleja la localización del potencial de gas radón, las zonas con mayor radiación gamma natural, la zonificación para municipios del radón, etc.

Modificació del document bàsic DB-HSLa misma Directiva Europea 2013/59 establece, en el artículo 74, que los Estados miembros deben establecer los niveles nacionales de referencia para las concentraciones de radón en recintos cerrados, indicando que deberán ser para la media anual de concentración de actividad en el aire y no superar los 300 Bq/m3. Con relación a este apartado, el Ministerio de Fomento publicó, el día 29 de junio de 2018, el inicio de los trámites de audiencia e información pública para la modificación del documento básico DB HS-6 del CTE, con el objeto de incorporar una nueva sección «Sección HS 6 Protección frente a la exposición al radón» y la modificación de la parte I del CTE (capítulo 3, artículo 13, párrafo 3), donde se incluirá la nueva exigencia reglamentaria para que los edificios dispongan de los medios adecuados para limitar el riesgo previsible de exposición inadecuada al radón procedente del terreno en los recintos cerrados.

Este nuevo documento establece un nivel de referencia para la media anual de concentración de radón en el interior de los edificios de 300 Bq/m3, así como las medidas de protección frente a la exposición que deberán implementarse en los edificios en función de la zona a la que pertenece el municipio donde se ubica el mismo.

También plantea la obligatoriedad de implementar estas medidas específicas de protección en aquellos municipios en que haya una probabilidad significativa de que los edificios que se construyan presenten concentraciones superiores al nivel de referencia establecido. El listado de municipios se corresponde con el establecido por el Consejo de Seguridad Nuclear y fue elaborado a partir de las campañas de mediciones realizadas durante los años 2009 a 2012. En el listado se clasifican los municipios en dos zonas, en función del nivel de riesgo, y se establecen las medidas de prevención, que dependen de la zona a la que pertenece el municipio en que se ubica el edificio.

«Para conseguir una reducción del riesgo de exposición al radón, aparecen nuevas medidas que se implementarán en los edificios de obra nueva y otras de mitigación en los edificios existentes, que serán de amplio alcance.»

Esta nueva sección será aplicable a cualquier edificio de nueva construcción, independientemente de su uso (residencial o terciario), así como en las intervenciones en edificios existentes siguientes:

  • en ampliaciones, en la parte nueva
  • en cambio de uso, ya sea característico del edificio o de alguna zona del mismo
  • en obras de reforma, cuando se realicen modificaciones que permitan aumentar la protección frente al radón o alteren la protección inicial.

Las medidas de protección se basan en dos aspectos fundamentales:

  • Utilizar barreras de protección capaces de mitigar la entrada de radón procedente del terreno en el interior de la edificación.

Utilizar sistemas capaces de reconducir el radón al aire libre para evitar que penetre en el interior de las edificaciones, básicamente, mediante sistemas de ventilación de los espacios situados entre las zonas habitables del edificio y el terreno (como la cámara sanitaria o plantas bajas no habitables), o sistemas de despresurización del terreno ubicado bajo el edificio.

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* Para los edificios existentes, es aplicable el criterio de flexibilidad del CTE, pudiéndose aplicar, si proceden, soluciones que permitan el mayor grado de adecuación posible.

** La despresurización del terreno se basa en confinar o presurizar el gas radón bajo el pavimento en contacto con el suelo y despresurizar mediante un sistema de arquetas y/o tubos para extraer el gas radón al exterior mediante una extracción natural con aspiración mecánica, preferentemente a cubierta.

Epílogo

Para conseguir una reducción del riesgo de exposición al radón en los edificios, aparecen unas nuevas medidas que se implementarán en los edificios de obra nueva y otras de mitigación en los edificios existentes, que serán de amplio alcance.

Este hecho supondrá un esfuerzo de sensibilización, asesoramiento e información al ciudadano y, paralelamente, se abre un nuevo reto para el sector de la edificación, que deberá afrontarlo con el máximo rigor profesional, siendo una situación especialmente sensible en los edificios existentes, ya que es donde vive, estudia o trabaja la mayor parte de la población. Esto no es nuevo para nuestro sector, ya que en los años noventa tuvo que afrontar unos retos similares, como fueron la diagnosis e intervención en techos con presencia de cemento aluminoso o con el desamiantado de muchos elementos constructivos presentes en los edificios. En todo caso, y de la misma forma que se hizo en aquella ocasión, será necesario que los profesionales del sector se formen en estos ámbitos, y se pueden abrir nuevos nichos de mercado y campos para la especialización profesional.

Habrá, pues, que estar atentos a la nueva sección del documento básico DB HS que finalmente se publique, así como a los cambios que todo este reto comportará para nuestro sector.

 

Referencias

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