Sistemas y aplicaciones de la aerotermia
Escrit per Montse Bosch i Gustau Ballester - 11 d’octubre de 2019
Como continuación del artículo publicado en L’Informatiu 357 sobre aerotermia, creemos que merece la pena dedicar unas líneas más a tratar de resolver algunas dudas o cuestiones que se pueden presentar a la hora de plantearnos este tipo de instalación instalaciones en edificios de diferentes características. Por ejemplo:
¿Los actuales sistemas de aerotermia son aplicables a cualquier tipo de edificio?
Como ya comentamos en el anterior artículo, casi todas las instalaciones que actualmente tenemos instaladas en nuestros edificios son aerotérmicas, entendiendo que se basan en el intercambio de energía térmica con el aire (exterior, en este caso). Ahora bien, los nuevos sistemas compactos de climatización con producción de ACS buscan la simplicidad y ocupar un espacio reducido y son, por tanto, equipos pequeños y de relativamente poca potencia. En una instalación que considere estos parámetros como prioritarios (por falta de espacio y por tener una demanda ajustada) los sistemas de instalaciones aerotérmicas son una alternativa interesante. En cambio, si hablamos de grandes instalaciones centralizadas, muy probablemente estas soluciones no sean las más idóneas.
¿Desde las actuales exigencias de uso de energías renovables, son una alternativa aceptada? ¿A partir de qué porcentaje de cumplimiento de las necesidades?
Son una alternativa aceptada, en cualquier porcentaje, por dos motivos. Primero, porque se basan en ciclos termodinámicos de gases denominados refrigerantes que permiten coeficientes de rendimiento de 3, 4 y hasta 7 puntos. Es decir, obtenemos hasta 7 unidades de energía secundaria para cada unidad gastada de energía primaria. Se definen ” categorías ” en la energía en función de su capacidad real de producir un trabajo efectivo, hablamos de una entropía alta o baja. Así, consideramos la energía eléctrica como una fuente de energía primaria, de alta categoría, mientras que consideramos la térmica de baja temperatura, que es el habitual en climatización y ACS, como secundaria, de más baja entropía.
En segundo lugar, son una alternativa aceptada para que estos rendimientos se obtengan no ya con energías renovables (esto depende de la fuente primaria con que se haya generado la electricidad) sino que también se aprovechan energías residuales (recuperadores) que se perderían en el medio ambiente (con efectos sobre el calentamiento global) si no se aprovecharan. Imbatible en un balance que considere todos los efectos. Por lo tanto, alternativa aceptada y la mejor posible, por ahora, como mínimo.
¿Los programas de certificación energética habituales (CALENER, C3X, HUKC u otros) permiten certificar con estos sistemas?
¿Dan mejores resultados (en cuanto a emisiones de CO2) o peores que la instalación de placas solares para ASC? Los programas actuales de certificación energética permiten aplicar estos sistemas, algunos directamente y otros de manera simplificada, por comparación. Los resultados que se obtienen demuestran que siempre serán mejores las instalaciones aerotérmicas que las placas solares, ya que estas son sistemas cíclicos, que dependen de las condiciones atmosféricas (incidencia solar) y que, precisamente por eso, son sistemas que necesitan back up, es decir, sistemas alternativos por si falla la fuente principal (sol).
De todos modos, la evaluación entre sistemas diferentes no puede basarse únicamente en el cumplimiento de una serie de criterios normativos. Todos ellos son aceptables a partir de un dimensionado correcto. Lo que hay que analizar es el resultado global de explotación: inversión + producción + mantenimiento. Y aquí es donde intervienen costes y rendimientos, que se dan por hechos, pero de los que nunca se hace un seguimiento ni verificación. Si se hace un seguimiento real, con el grado de mantenimiento habitual que, desgraciadamente, se hace en las instalaciones solares, se ve que las instalaciones aerotérmicas, más simples en operación y mantenimiento, son más eficientes a lo largo de su vida útil.
¿Son compatibles los dos sistemas o pueden ser complementarios?
A nivel doméstico los sistemas compactos de aerotermia han aparecido para sustituir las plantas solares térmicas para producción de ACS. Por tanto, no tiene sentido un uso mixto simultáneo ni tampoco hacerlos complementarios, por lo que implica en cuanto a doblar inversiones y en la necesidad de llevar a cabo mantenimientos diferenciados.
¿Qué tipología de edificación es más apta para estos sistemas?
¿Vivienda unifamiliar aislada? ¿Casas? ¿Edificio plurifamiliar? ¿Y cuáles son las zonas climáticas idóneas? ¿Zonas climáticas cálidas? ¿Templadas? Frías? Los sistemas no tienen ninguna limitación en tipología. Quizás la más compleja sería el edificio plurifamiliar, si pretendemos agrupar unidades exteriores en cubierta, debido a las posibles alturas a superar y en la necesidad de pasos comunes y accesibles en los recorridos verticales. En todo caso, las diferencias en altura geométrica
admitidas por los nuevos equipos van creciendo (temas relativos a compresores y gases utilizados) y disponer de los pasos verticales es un problema de diseño del edificio de fácil solución si estos pasos se tienen en cuenta desde el principio.
Por otra parte, y con relación al rigor climático, como más templada es una zona (podemos considerar variaciones de entre + 2 ° C a + 35 ° C), necesitamos menos potencia térmica instalada y los equipos trabajan en la zona de mayor rendimiento. Por lo tanto, diríamos que un clima mediterráneo, con variaciones, pero no muy extremas, es el ideal para este tipo de sistemas, con períodos de utilización limitados a unos meses muy concretos en los que se alcanzan valores extremos (especialmente en el caso de la refrigeración).
De hecho, sin embargo, son sistemas aptos para todas las condiciones, siempre y cuando se tenga presente que, a medida que las condiciones exteriores se sitúan en los extremos, los rendimientos caen y, para obtener los mismos resultados es necesario disponer de más potencia instalada lada para conseguir los mismos resultados.
Del mismo modo que las alturas máximas posibles entre unidades interiores y exteriores de un sistema partido van creciendo, también las temperaturas extremas en las que estos equipos pueden trabajar hacen que los rangos de utilización sean cada vez más amplios. Hay leyes físicas intocables (el agua, a presión atmosférica, siempre se convertirá en hielo por debajo los 0 ° C) pero hay, gracias a la tecnología, maneras ingeniosas de superar condiciones adversas y seguir proporcionando el servicio previsto.
¿A partir de qué parámetros se puede considerar el uso de sistemas aerotérmicos?
¿Económicos, de eficiencia energética, de emisiones asociadas? ¿de demanda? Con la tecnología disponible y los sistemas de control de la misma electrónica existentes en el mercado, los sistemas aerotérmicos no deberían considerarse una alternativa sino, más bien, la solución de partida para consumo, simplicidad y espacio. Si el edificio en cuestión objeto de un estudio de viabilidad aún dispone de suministro de gas natural canalizado quizás todavía es más económica una caldera de gas (aunque no cualquier caldera). En cualquier otro caso la respuesta es claramente “no”, ya que, aunque el coste de inversión es la última barrera, esto será por poco tiempo.
En países como Holanda, a modo de ejemplo, ya se ha decidido formalmente y de manera oficial la migración hacia sistemas ” todo eléctrico ” y se están preparando para comenzar a desmantelar red de gas natural y eliminar la dependencia respecto terceros como proveedores de energía.
Lo hacen planteando sistemas modernos y dinámicos de generación eléctrica en local, con plantas fotovoltaicas y bombas de calor aerotérmicas como las que estamos comentando en este artículo, con un planteamiento global que implica a todos los eslabones (generación / distribución / comercialización), lo que permite tratar temas como los costes, la eficiencia, emisiones y demanda desde un punto de vista agregado y, por tanto, mucho más eficiente por el conjunto de la sociedad. Y si es más eficiente para el conjunto, también lo debe ser, seguro, para el particular.
¿Qué futuro inmediato nos deparará la necesidad de proyectar y construir edificios de energía casi nula (NZEB o EECC)?
¿Vamos hacia este tipo de sistemas por lo que los edificios necesitarán muy poca energía? ¿Será la energía eléctrica más eficiente y “renovable” para nuestros edificios, teniendo en cuenta la necesidad de hacer uso de energías producidas en el entorno cercano? Recordemos de nuevo que es un edificio de consumo de energía casi nula según la Directiva 2010/31 / UE: “un edificio con un nivel de eficiencia energética muy alto (…). La cantidad casi nula o muy baja de energía requerida debería estar cubierta, en muy amplia medida, por energía procedente de fuentes renovables, incluida la energía procedente de fuentes renovables producida in situ o en el entorno.”
Efectivamente, si construimos buenos edificios estaremos reduciendo su demanda energética a las necesidades mínimas (primera exigencia para conseguir edificios de energía casi nula) y si instalamos sistemas térmicos y de alumbrado muy eficientes, las necesidades de energía primaria serán las mínimas posibles. En estas condiciones, deberíamos ser capaces de producir la energía primaria mínima imprescindible de manera local, y la tecnología actual permitiría hacerlo con plantas fotovoltaicas (FV).
Debemos tener en cuenta que las plantas FV actuales permiten valores de producción que se sitúan alrededor de los 170W / m2 y que el espacio en cubierta en edificios “en altura” siempre es limitado. Por lo tanto, si la energía primaria requerida es la mínima posible, podremos llegar a producirse la toda de manera local. Entonces encontramos las claves de futuro: “nivel de eficiencia muy alto”, “energías renovables”, y “producidas in situ”.
Sobre si la energía eléctrica es la más eficiente o la energía primaria del futuro, creemos que sobre eso no hay duda. No se ha cuestionado nunca. Lo que se cuestiona es que producción y consumo deben estar relacionados (una tenía que seguir el otro) debido a la dificultad de ” producir y almacenar ” la energía eléctrica de manera real y eficiente. Poderlo hacer permitiría producir en momentos de bajo consumo y consumir en puntas, reduciendo mucho la potencia instalada. Este problema no existe cuando hablamos de combustibles derivados del petróleo, que permiten ser almacenados y consumidos bajo demanda.
El otro gran problema de la energía eléctrica, tal y como se ha planteado hasta ahora, es que la producción se hace en centrales de gran potencia alejadas de los consumos. Transportar esta energía grandes distancias con unas pérdidas razonables obliga a trabajar a altas tensiones, con las dificultades técnicas, de seguridad y de afectación al entorno ya bien conocidas.
Y estos son los conceptos que han cambiado: primero, la producción ya no es singular y alejada del consumo, sino que se propone que producción y consumo se mezclen en áreas locales y que una y otra se compensen en lo posible. Y el segundo, la mejora de las baterías eléctricas. Capacidad, eficiencia, duración, bajo peso y velocidad de recarga son elementos que mejoran constantemente, hasta el punto de convertir las baterías en alternativas reales en muchos aspectos. El caso más conocido, el de los vehículos automóviles 100% eléctricos.
Esto provocará, o ya está provocando, también un cambio en el concepto del receptor, simplificando equipos, haciéndolos menos costosos y de más fácil mantenimiento, revirtiendo en la reducción de costes de producción, reduciendo el uso de materiales necesarios y facilitando el su posterior reciclaje. Un cambio que será drástico.
En el caso de los vehículos automóviles 100% eléctricos se habla de una reducción de hasta un 60% en piezas, equipos y tiempo de montaje si lo comparamos con un vehículo habitual con motor de explosión. Esto es una revolución.
Hablamos de un cambio de concepto
El coche, como ya ocurrió con los smart phones, pasan de ser algo a otra muy diferente. El smart phone pasó de ser un teléfono a ser un medio de intercambio de información y servicios la amplitud y alcance del que no hay que explicar. Del coche eléctrico en proponen un cambio similar. Pasará de ser un consumidor de energía en el transporte a ser un suministrador de energía en el hogar.
Si el vehículo eléctrico dispone de unas baterías con tecnología capaz de alimentar motores potentes y con una gran autonomía, pero está parado un 95% del tiempo diario, por qué no utilizar las baterías del coche como fuente de energía real? ¿Por qué gastarnos recursos montando sistemas de baterías fijas en casa si tenemos el coche, que dispone de baterías con capacidad suficiente?
Cargamos baterías de día, en el trabajo, allí donde estemos, nos desplazamos a casa y, de noche, utilizamos la energía generada almacenada en el coche. Es energía de proximidad (0-100 km), renovable con sistemas de recarga mediante placas fotovoltaicas, utiliza recursos disponibles infrautilizados y permite una dualidad como receptor subministrador que aumenta la eficiencia del conjunto como ninguna otra.
Dos comentarios más
Para quien esté preocupado por la inversión que supone las estaciones de carga de vehículos, tanto si están conectadas a la red como si generan la electricidad localmente con sistemas FV, ya se habla de sistemas de carga por inducción e integrados a las calzadas de calles y carreteras, por lo que, por el hecho de circular por encima, cargarían las baterías de los vehículos. Sin comentarios.
Más importante, todavía y cambio de concepto. Si hasta ahora tenemos receptores (tv, neveras, alumbrado, calefacción, motores …) preparados para recibir corriente alterna (CA) a tensiones medias / altas (230 / 400V) porque era conveniente por el tipo de generación (generadores rotativos) y por las grandes distancias de transporte (pocas centrales de generación de mucha potencia, pero muy dispersas) ahora nos encontraremos con plantas FV más pequeñas, muy cercanas (km 0) y que producen según otras tecnologías, en corriente continua (CC). Si tenemos en cuenta que la gran mayoría de receptores mencionados, internamente funcionan con CC, podemos pensar en receptores directamente alimentados en CC, ahorrando los equipos incorporados que permiten el paso de Ca a CC.
Podremos eliminar transformadores y electrónica intermedia que genera pérdidas y costes de inversión y mantenimiento. Igualmente, tensiones más bajas implican menos riesgo para los usuarios y menos exigencia a los materiales, menos requerimientos en aislamientos y, también, menos espacio ocupado, menos material utilizado. Equipos más pequeños, más eficientes, menos consumidores de recursos.
¿Todos estos nuevos conceptos empujan en la dirección correcta si se trata de hacer edificios que consuman menos y mejor? Es evidente que sí. Es una ayuda al diseño global de los edificios para conseguir el consumo casi cero.
Otro ejemplo de este balance local casi nulo. En Bélgica está permitido instalar un sistema FV particular para consiguió un balance “anual” nulo de la vivienda. Con un sistema FV que genere la energía total anual estimada de la vivienda se permite el consumo y la inyección a red simultáneas de forma que el contador gira adelante o atrás a lo largo del día, según necesites consumir o puedas producir.
La idea es que tu contador eléctrico marque el mismo al comenzar el año que al terminar y, por tanto, tu consumo global puede considerarse renovable al 100% y km 0, con un coste real que se limita a la amortización y eventual mantenimiento de la instalación. En la práctica, en las condiciones y horas de soleamiento radiación en Bélgica y con el nivel (alto) de la calidad de la construcción (en cuestiones de aislamiento, grado de infiltración y ausencia casi absoluta de puentes térmicos), los retornos de la inversión se producen en 6-7 años. En Almería, por poner un ejemplo cercano, se podría amortizar la instalación en 2-3 años por la menor necesidad de potencia instalada y mayor nivel de radiación, si se cumplieran las exigencias adecuadas en la calidad de la construcción.
Reducción de consumo efectiva
En algunas páginas web se habla de la aerotermia como un excelente medio para obtener gran parte de la energía necesaria para climatizar una vivienda, de manera gratuita, convirtiendo la energía natural procedente del aire en una climatización renovable y eficiente. ¿Hasta qué punto esto es así? ¿De qué reducción de consumo efectiva podemos estar hablando?
Este planteamiento es erróneo o, como mínimo, puede generar cierta confusión. Una cosa es la aerotermia como la técnica de intercambio con un medio externo, aire en este caso, y otra es lo que llamamos la climatización natural o gratuita. En el caso de la aerotermia como la hemos descrito hasta aquí, ni la energía es gratuita ni obtenemos energía natural procedente del aire.
Lo que hacemos, como ha quedado expuesto, es usar sistemas cada vez más eficientes, capaces de convertir energía eléctrica primaria de alta calidad en la mayor cantidad posible de energía térmica que, al fin y al cabo, es la que nos interesa para calentar viviendas y ACS. Esto se puede hacer con sistemas Aerotérmica (que son muy eficientes en esta tarea, en unas condiciones determinadas) y, aún mejor (en un segundo paso que se acerca), lo podemos hacer produciendo nosotros mismos esa energía eléctrica primaria que necesitamos, no sólo con fines térmicos, también por el funcionamiento de todo tipo de receptores y para el alumbrado.
Como ya se ha comentado, esta producción tiende cada vez más a un modelo de producción local, de manera muy eficiente, sin grandes redes de distribución con costes añadidos, con la instalación de placas FV. Y esta tecnología (generación, almacenamiento, consumo y gestión en área local) está evolucionando de tal manera que modificará el mercado eléctrico y el mercado de los receptores, adaptándolos directamente el suministro desde baterías en corriente continua (CC).
Por otro lado, podemos hablar también de la refrigeración natural o gratuita. Hablamos entonces de sistemas llamados pasivos o de sistemas combinados que aprovechan unas condiciones exteriores muy particulares. En el primer caso podemos hablar de fachadas activas, que aprovechan la radiación solar para calentar, por ejemplo, una gran masa de agua contenida en la propia fachada. Esta agua retenida que capta la energía del sol, envía esta energía en el interior. Está claro que la energía, al igual que entra puede salir. Por lo tanto, son sistemas que han de variar las condiciones de funcionamiento, aprovechando para abrir vías cuando nos interesa, pero cerrándolas cuando las condiciones exteriores nos son desfavorables.
En el segundo caso podríamos hablar de soluciones en climas donde el gradiente de temperatura entre día y noche es muy grande. Climas continentales, normalmente en altitudes importantes, que pueden llegar a 40 ° C de día y que bajan por debajo de cero durante la noche.
Con edificios construidos con una gran inercia térmica interior y con un buen aislamiento en la envolvente, podemos hacer circular el aire frío de la noche por el interior de las estructuras y cerramientos (forjados activos) enfriando la masa del conjunto de manera que, durante el día, permita compensar, por conducción natural y radiación, las cargas internas que se generan por el uso.
Hablamos, claro está, de edificios muy concretos y en lugares bastante especiales, que permiten una gestión global para aprovechar una energía efímera y necesaria en grandes cantidades para ser eficaz. Son soluciones no exentas de riesgos en cuanto al diseño y resultado final y, normalmente, no evita tener que disponer de sistemas alternativos de recambio, de menor potencia que en caso de no disponer de estos sistemas.
¿En qué consisten los sistemas híbridos?
Los sistemas híbridos, salvo muy contadas ocasiones, son sistemas de transición. En algunos casos, por requerimientos de funcionamiento dual, son sistemas obligatorios hasta que hay un cambio tecnológico importante que permite prescindir de la dualidad. Es el caso de los submarinos, que en sus primeros tiempos debían disponer de dos tipos de motores, uno diésel que les permitía navegar en superficie (con entrada de aire de combustión) con consumo de fuel, y uno eléctrico para navegar en inmersión (sin necesitar aire y, también, más silencioso) alimentado desde baterías. Con la llegada de los reactores nucleares en una escala, digamos, reducida, se pasó a funcionar con un sistema único que permitía el uso dual, eliminando duplicidades y reduciendo el espacio necesario.
En la mayoría de los casos, y los vehículos automóviles son, de nuevo, un buen ejemplo, los sistemas híbridos son sistemas que permiten una evolución progresiva, tal como lo haría una especie en evolución, pero a velocidades de cambio altísimas.
Se van sustituyendo partes que van pasando de una tecnología a otra, cada vez en mayor proporción. Difícilmente sobrevivirán las dos tecnologías a largo plazo porque si la nueva realmente demuestra que puede ser sustituta y con ventajas desplazará totalmente la antigua. Y, como siempre, mantener dualidades implica doble coste, doble mantenimiento, doble espacio ocupado.
Como el caso del submarino, los sistemas híbridos son válidos o necesarios si los sistemas deben trabajar en dos entornos totalmente diferentes para un mismo principio de funcionamiento. Pero este tipo de situaciones son, realmente, poco frecuentes. Por tanto, en la mayoría de sistemas, incluida la aerotermia, híbrido es sinónimo de transición, hasta que la tecnología emergente sea capaz de sustituir y mejorar la anterior, momento en el que la antigua desaparecerá. Y en este caso, híbrido se refiere a la utilización de sistemas o combustibles que no parten del principio del ciclo termodinámico de un gas especial, dicho refrigerante.
Por ejemplo, un sistema híbrido puede ser uno que use resistencias eléctricas que, por efecto Joule, refuercen el calentamiento del agua de un depósito de almacenamiento si el sistema de bomba de calor tiene una demanda conjunta (calefacción + ACS ) superior a la que puede ceder en unas condiciones determinadas. O el uso de calderas con quemadores de gas natural como circuitos de refuerzo, en los mismos supuestos. O quemadores de gas natural como medio de regeneración de materiales de intercambio, en el caso de algunos deshumidificadores dedos de rotor desecante.
Es evidente que los balances globales, cuando se utilizan sistemas que no son tan eficientes como los principales, deben penalizar el resultado final, además de encarecer el conjunto para mayor número de componentes y porque obligan a duplicar las fuentes primarias de energía.
¿Podemos hacer un predimensionado aproximado para una vivienda estándar, para las diferentes zonas climáticas de Cataluña?
El predimensionado para una vivienda estándar no varía demasiado ni en el tipo de vivienda ni según la zona climática, si tenemos en cuenta que el pico de potencia necesaria viene determinado siempre por el consumo de ASC y no por la demanda de calefacción, dando por supuesto que se cumplen los requerimientos normativos en temas de aislamiento y de limitación de la demanda, para cada zona. Por lo tanto, el tema determinante es el tamaño de la vivienda, es decir de lo posible número máximo de ocupantes que requerirán ACS a lo largo del año, con los valores de temperaturas, necesidades y grados de cobertura que determine el CTE vigente.
Supongamos una vivienda de 80 m2, de 3 habitaciones dobles, para una ocupación estándar de 4 personas. Supongamos también una zona mediterránea, con un rango de temperaturas exteriores a lo largo del año de -4 ° C a + 36 ° C. Y supongamos un sistema de aerotermia partido, individual, con una capacidad de acumulación de 260 litros, preparados a 60ºC, sin sistemas complementarios adicionales. Sistema con compresores scroll (convencional) con inverter (régimen de funcionamiento variable en función de la demanda) con refrigerante R410A (actual, libre de halógenos). En estas condiciones podríamos establecer:
Potencia total disponible máxima: 15 kW
• COP: 5
• Consumo máximo: 3 kW
En este rango de consumos, entre 4 y 2 ocupantes, podríamos hablar de un rango de potencias de:
• Potencia total disponible máxima: 11Kw
• COP: 4,5
• Consumo máximo: 2,4kW
Por lo tanto, este sería un rango bastante habitual para una tipología de vivienda estándar en Cataluña. Para familias o viviendas por encima de los 4 ocupantes podríamos aplicar reglas de proporcionalidad. Y dentro de las zonas climáticas habituales en nuestro país, con una incidencia, en vivienda nueva, muy pequeña en cuanto a las condiciones necesarias para la calefacción y aún menor para la refrigeración.
¿De qué inversiones económicas estaríamos hablando? ¿Y periodos de retorno?
Para responder a esta cuestión, con base en el ejemplo anterior, podríamos dar unos valores de referencia, entendiendo que hablamos de valores medios de todos los parámetros que afectan a un cálculo que puede ser complicado y laborioso. El equipo en cuestión que comentábamos puede tener un coste de inversión y de explotación de:
• Equipo aerotermia:
• Coste inversión (equipo + instalación) = 10.000 €
• Coste de operación: 750 € / año (Calefacción: 500 € / año – ACS: 250 € / año
Por su lado, podemos tener:
• Equipo Gas Natural (caldera mixta):
• Coste inversión (equipo + instalación) = 4.000 €
• Coste de operación: 1.300 € / año
(Calefacción: 900 € / año – ACS: 400 € / año)
• Equipo eléctrico (acumulador y radiadores eléctricos):
• Coste inversión (equipo + instalación) = 2.000 €
• Coste de operación: 3.300 € / año (Calefacción: 2.500 € / año – ACS: 800 € / año)
En otras palabras, coste de inversión 10: 4: 2 y coste explotación 1: 2: 4. Por lo tanto, la inversión queda amortizada en 3 años si se compara con la eléctrica y en 5 si se compara con la de gas natural. A partir de estos períodos, y por una vida media real que se puede llegar a situarse en los 15 años, el resto de años son ahorro.
En el coste total de una vivienda, considerar un incremento de la inversión en estos sistemas y pasar de 2.000 a 10.000 € no parece un factor determinante. Ahorrar 3.000 € / año sólo en consumo eléctrico sí podría ser un argumento real. Sin entrar en otras consideraciones medioambientales.
¿Podemos utilizar las calculadoras de aerotermia y sistemas híbridos de las empresas como herramienta profesional o sólo como orientación?
Como se ha comentado, la preselección de un equipo de cara a establecer presupuestos indicativos o factores generales como consumos eléctricos se puede hacer a través de estos programas para que los márgenes de variación serán muy cerrados. La selección específica de uno u otro equipo debe dejarse en manos de un técnico especialista, principalmente porque la evolución, coste y detalles técnicos es muy cambiante y pueden afectar a sistemas de protección o al tipo de unidades terminales en utilizar, fan-coils, radiadores, suelos radiantes, etc. Por tanto, de cara a la evaluación de potencias, costes iniciales y predimensionado de instalaciones, los programas y criterios son suficientes.
Una reflexión final
No nos cansaremos de insistir en que las barreras para lograr una edificación sostenible y más respetuosa con el medio ambiente no se encuentran en el desarrollo tecnológico y tampoco en factores económicos. Se trata de implementar políticas con unos objetivos claros y proporcionando los recursos necesarios. Y en cuanto a los técnicos, hay una formación constante en lo que es exigible normativamente ¡y de los medios de que disponemos para cumplir con estas normas, en temas de instalaciones y en cuestiones relativas a materiales y soluciones constructivas, para transmitir esta necesidad a constructores, compradores y usuarios y hacer que sea normal conocer y exigir soluciones de alta calidad, también en cuanto al uso de la energía.
Nota de agradecimiento
Queremos agradecer a las empresas tiene TELLUS Igni, HOUSE HABITAT Y HITACHI por su amabilidad por la cesión de las imágenes que acompañan este artículo.